Anoche después de la cena
al calor del brasero, en la mesa
camilla,
me empezó a entrar un
profundo sueño
y a acostarme me fui de
momento.
Soñé que por arte de un mágico
encantamiento
iba adentrándome en un
frondoso huerto,
a descansar repose mis
doloridos huesos
y empecé a descabezar un
sueño.
Soñé con lindas princesas
y brujas de raras bellezas,
con príncipes y dragones
y un castillo de altas
torres.
En lo alto de las almenas
estaba la rosa más bella,
que imaginarse pudiera
una princesa de leyenda.
Por su fragancia olorosa
perdí hasta la cabeza,
apunto estuve de car del
caballo
ya que estábamos al borde de
un acantilado.
Su padre la iba a desposar
con el malvado del lugar,
por miedo y unas miserables
monedas
que llenarían sus arcas vacías.
Como quedé prendado de su
belleza
tuve que batirme en duelo por
ella,
y en esas estaba
cuando desperté y me había caído
de la cama.
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