Nunca quise hacer astillas
del árbol caído
pues sería como un sin
sentido
de mis heridas y llantos
intentar componer un precioso
canto.
Aunque el tiempo cicatriza
las heridas
pero ahí quedan como testigo
mudo
aunque perdono pero nunca
olvido
lo mal que me trataste en la
vida.
En ocasiones con su
imagen mi mente se aviva
como una llama de fuego
encendida
quisiera su cara se disipara
en la neblina
como el rocío de la noche al
amanecer el día.
A los cuatro vientos
proclamar
mis miserias y dolencias
ni siquiera un ramo de rosas
acompañar
para enterrar las marcas que
me dejaron sus caricias.
No sé si serán reales o
ficticias
pero tardaron en curar más de
cien días
si me llamaban el costuras
de tantos puntos y puntadas
que tenía la herida.
No hay mal que cien años dure
ni cuerpo que lo resista
que Dios reparta suerte
y cornás en la vida.
Porque puede ser que algún
día
con el rápido paso del tiempo
tu sonrisa se vuelva llanto
y mi llanto alegría.
( Adrián Sánchez Blázquez )
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