La ansiedad y la falta de
sueño son malas compañeras
no tanto en si por lo que se
desea, sino por las carencias
ni aunque me tome el duerme
bien, ni las adolontas
al no remitir el dolor, ni
dormir, ni ponerme como una tonta.
Me salgo de la cama y a
escribir lo primero que se me ocurra
y con cara de pocos amigos y
hasta de un poco gilipollas,
le doy vueltas a una cabeza
que ya está un poco modorra
de intentar escribir algo, ya
que tiempo es lo que me sobra.
Son las tres de la mañana y
aún quedan horas para que amanezca
sentado en el salón de mi
casa, esto sí que tiene guasa
cansado de tanto tiempo y sin
que nada me faltara,
cuando llegue el jueves pasar
la I.T.V. y ver si la pasara
y empezar a fortalecer y
agilizar las piernas con sesiones de fisioterapia.
La paciencia es mi fuerte y
no es por llevar la contraria
pero empiezo a estar cansado
de esta mala pata,
que ni la paciencia del
mismísimo Job sea capaz de soportarla
soy capaz de echármela al
hombro e irme un poquito de marcha,
a la Madrila Alta, al Foro de
los Balbos o a la mismísima plaza.
Si supiera que tomándome unas
copas fuera capaz de calmarla
empezaría ahora misma y no lo
dejaría hasta que llegue el alba,
porque hay que ver que se
hacen las noches eternas
sin poder pegar el ojo llevo
ya varias semanas,
como un largo rosario y unas
interminables procesiones de semana santa.
Eso sí una chispita de humor
nunca me falta
con una pizquita de ironía,
de esa un poquito acida
como la ensalada de naranjas
y limones que en ayunas se toma en la Zarza
y las cabezas de ajos que
tomaban los antiguos, eso si bien asadas.
Con unas copitas de
aguardiente para escabezar las mañanas
con unos cigarros hechos
artesanales, con tabaco de la petaca,
que uno tras otro con
bocanadas de humo saboreaban
con unas tosecillas que hacían
que los pulmones expectoraran.
Y es que aquellos eran unos
hombres recios, para toda una vida
no como los de ahora que son
como medio maricas,
trabajaban sin descanso durante
toda la jornada
al caer las noches regresaban
reventados a sus casas
Llenos de polvo y miseria y
con una birria de paga
que apenas para alimentar
tantas bocas les llega,
y el ama de casa venga a
estirar las migajas
a perra chica, la perra gorda
y ni a un real alcanzaba
Sopas y garbanzos los días de
diario y los fines de semana
y algún que otro mendrugo de
pan que llevarse a la boca
bastante duro, pero mojado en
agua algo alimentaba
o parecía que llenaba un
hueco en el estómago por donde pasaba.
En estos momentos no sé si
estoy delirando
el mercurio del termómetro
parece estarse saliendo
pues de la ansiedad y falta
del sueño del comienzo
y como de los antiguos y sus costumbres
estoy hablando.
Que sin ser de Atapuerca,
pero son de origen extremeño
para más señas de mi pueblo,
valientes zarceños
y creo que finalmente estoy
terminando este relato
ya que el sueño de mi en
estos momentos se está apoderando.
A las cuatro menos cuarto de
un trece de agosto
un día más sin dormir este
Cuartillo,
que por mucho que viva nunca
llegara a Litro
aunque tome ricos chatos de
vino y buenos aperitivos.
( Adrián Sánchez Blázquez )
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