A un panadero poeta
Quién hace un cesto, hace ciento; y
si tiene mimbre y tiempo, un cuento.
Esta sabia respuesta dio un sagaz
panadero a un irónico reportero de un diario que le preguntó por qué dejó este
oficio para dedicarse a escribir libros.
Lo vendió todo y se dedicó a escribir
prosa y versos.
Antes escribía desde las diez de la
noche hasta las tres de la madrugada y a partir de esa hora dejaba la
literatura y se dedicaba a las chapatas, las vienas y las barras.
Decidió dedicarse a su obra literaria
escribiendo libros y vendió la panadería a sus tres empleados.
No había otra: o panadero o escritor
y a esto último se dedicó.
Y este aprendiz lleva ya publicados
dos libros de cuentos, un comic con viñetas, nueve novelas y un tratado con
mucha miga un tratado literario.
Panadero o novelista, cambia dos
millones de kilos de harina por ya cerca de cinco mil páginas y escribiendo
continúa toda una gran trilogía.
Este es Luis Bresnia de Hinojal, uno
de los pueblos de los Cuatro Lugares y que su verdadera vocación ha sabido
encontrar.
Vaya mi más sincero aplauso para este
ilustre panadero que con el calor del horno aparte de ponerse moreno es un gran
escritor de prosa y versos.
Y que en éste difícil mundo del arte
literario siga cosechando triunfos por la geografía de nuestros pueblos
extremeños y llegue a ser reconocido hasta en el extranjero.
Antes que el fulgor de la mañana
vierta su luz en la ventana;
ya el panadero se levanta
para comenzar de nuevo la jornada.
Sabe que entre sus manos
está la magia del sabor;
cernir y cernir hasta que la masa
adquiere su mejor color.
(El panadero alegre- Calixto el poeta)
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