XLVI
Son las siete de
la tarde
éste poema no sé
por dónde empezarle,
tomaré un té de
momento
dejaré que las
letras vayan fluyendo.
La tarde nublada
está
como presagiando
tormenta,
las moscas están
muy pegajosas
las aves vuelas
raudas, como locas.
Sentado en la terraza
de casa
en un pueblo de
la Vera Alta
entre sorbitos
de te
veo pasar las
nubes rápidamente.
Tienen formas
caprichosas
raras pero muy
hermosas,
flotando como pompas
de jabón
de un inmaculado
blanco algodón.
Ya parece que
algo refresca
debe haber
llovido por la sierra,
será barruntando
el cambio de estación
ya que se acerca
el verano con todo su rigor.
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