LXVIII
Con reir
continuo
llaman las ranas
comunes a sus compañeros,
y un cómico
evento
precede al amor
y a las apuestas.
La rana macho
no sabe distinguir
a la hembra,
monta sobre todo
lo que a su
alrededor se menea.
Solo cuando la
otra rana acepta
que un macho
permanezca sobre sus espaldas,
el y nosotros
sabremos
cuál es la
hembra.
Los lagartos
se aman a
dentelladas,
demostrando que
hombre y deseo
son fuerzas
emparentadas.
Como cercanos
son la música y
el aire,
acaban de llegar
con su alegre canto
los que mejor
música hacen en nuestro paisaje.
Ese enorme
cantor
nos referimos al
ruiseñor,
el sueño elevado
a música
el ardor
ocupando las veinticuatro horas del día.
Rózanse
y mana vida,
besa la nube la
dura cumbre
y se escapa el
agua.
Todo abril es un
abrazo suave
que despierta
lluvias , apetitos y amores,
pero no como los
nuestros
de insaciables
apetitos eternos.
(
Joaquín Araujo )
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