LVIII
Todo tu cuerpo
se bambolea
con todo su
encanto y belleza,
desde el mar a
la sierra
entonando cantos
de sirena
que provienen de
lejanas tierras.
De color azabache
tu cabellera
que alegremente
revolotea,
como una alegre
mariposa
que de flor en
flor se posa
atraída por el
néctar de las rosas.
Con una
estrechita cinturita
como si se
tratase de una avispa,
con unos finos y
delicados brazos
que ardo en
deseos de tocarlos
al igual que besar
tus labios.
Tu tierna
sonrisa
como una brisa marina,
que cuando
correteas descalza
por la orilla de
la playa
robas mi corazón
y toda mi alma.
Eres una mujer
de bandera
a la que Julio
Romero de Torre
inmortalizó como
obra de arte,
como la morena
de mi copla
y la alegría de
mi alcoba.
Eres la mejor
obra de arte
que Dios hizo al
crearte,
eres mujer
hermosa
de mi jardín la
más tierna rosa
bella y con una
fragancia olorosa.
Por todos los puntos
cardinales
tu nombre de mi
boca sale,
diciendo que
eres la causa de mi alegría
la musa de mis
poesías
que me inspira
todos los días de mi vida.
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