LIII
Barbaño es una pedanía
de Montijo
pueblecito bonito
y florido
rodeado de
frutales y tierras de regadío,
en su
restaurante Corral del Rey
se come y se
bebe con todas las de la ley.
De comida una
autentica pasada
nada más que te
sientas,
te ponen ricas
aceitunas machacás
y de morcón unas
pasables rodajas.
A diario los comensales
son abundantes
gente sencilla y
sin pretensiones,
los fines de
semana se llena hasta las trancas
para degustar
sus ricas carnacas.
Donde nos traen
la carta
y dejan sobre la
mesa una libreta,
con las
especialidades del día
a cuál de ellas
más exquisita.
Ancas,
paletillas, solomillo
pluma ibérica,
bacalao brasa, cabrito,
cocochas,
boquerones, codorniz, anchoa cero
revuelto de
criadillas y caldereta de cochinillo.
En esta carta
hay de todo
sepia, mollejas,
gambones, solomillo ibérico,
quesos, jamón
ibérico y bacalo dorado,
y un jamón asado
al horno
que cuentan, que
está delicioso.
Unas patatas
revolconas
al estilo sur de
Extremadura,
las cocochas,
suaves y melosas
bien rebozadas y
mejor fritas.
Pero el
verdadero espectáculo
llega con ese
peazo de solomillaco,
de unos
trescientos gramos
que llega a la
mesa crepitando
sobre una piedra
ardiente para a tu gusto brasearlo.
Habrá que ir a
Barbaño
para un buen
homenaje darnos,
aunque no tiene
una gran carta de vinos
los pocos que
hay están divinos.
Lo resumo de un
artículo que acabo de leer
en un país que
nunca se acaba,
de J.R. Alonso
de la Torre
y la boca se me
está haciendo agua.
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