martes, 7 de junio de 2016

LIII


LIII



Barbaño es una pedanía de Montijo

pueblecito bonito y florido

rodeado de frutales y tierras de regadío,

en su restaurante Corral del Rey

se come y se bebe con todas las de la ley.



De comida una autentica pasada

nada más que te sientas,

te ponen ricas aceitunas machacás

y de morcón unas pasables rodajas.



A diario los comensales son abundantes

gente sencilla y sin pretensiones,

los fines de semana se llena hasta las trancas

para degustar sus ricas carnacas.







Donde nos traen la carta

y dejan sobre la mesa una libreta,

con las especialidades del día

a cuál de ellas más exquisita.



Ancas, paletillas, solomillo

pluma ibérica, bacalao brasa, cabrito,

cocochas, boquerones, codorniz, anchoa cero

revuelto de criadillas y caldereta de cochinillo.



En esta carta hay de todo

sepia, mollejas, gambones, solomillo ibérico,

quesos, jamón ibérico y bacalo dorado,

y un jamón asado al horno

que cuentan, que está delicioso.



Unas patatas revolconas

al estilo sur de Extremadura,

las cocochas, suaves y melosas

bien rebozadas y mejor fritas.



Pero el verdadero espectáculo

llega con ese peazo de solomillaco,

de unos trescientos gramos

que llega a la mesa crepitando

sobre una piedra ardiente para a tu gusto brasearlo.



Habrá que ir a Barbaño

para un buen homenaje darnos,

aunque no tiene una gran carta de vinos

los pocos que hay están divinos.



Lo resumo de un artículo que acabo de leer

en un país que nunca se acaba,

de J.R. Alonso de la Torre

y la boca se me está haciendo agua.







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