XVI
A partir de los sesenta las personas
decentes
dejamos de creer en grandes
cambios sociales,
no es que nos volvamos
conservadores
es que por escépticos nos
volvemos prudentes.
Cada vez que las ilusiones
brotan
que nuestras vidas hierven y
amenazan,
arrugamos la nariz y meneamos
la cabeza
quizás porque ya estamos de
vuelta de tantas cosas.
Dejamos que nuestras hijas se
emocionen
con una idea o con un sueño
se entusiasmen,
ahora miro y escucho a mis
hijas
dejándolas crecer y aprender
por ellas mismas.
Veo que son entusiastas
de las nuevas clases
políticas,
que quieren aportar oxigeno
moral y frescura ética
pero también se llenan de
dudas y eso me gusta.
No sé, no sé……
si están ávidas de
conocimientos y revoluciones,
y no mi miréis así
pues me recordáis de joven a
mí.
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