Mirando el horizonte
Mirando el horizonte
la brújula siempre marcando el norte,
navegando por todos los rincones
surcando embravecidos mares.
Mi retina aún conserva las imágenes
del barco aguantando los duros
embates,
de las fuertes corrientes y oleajes
intentando no irse al garete.
Después de la tormenta
viene una calma chicha,
las aguas ahora tranquilas
resultan casi soporíferas.
Ahora una espesa niebla
va desde el mar a la tierra,
el tañido lúgubre de una campana
sobrecoge mi alma.
La luz del faro
me indica la ruta al puerto,
al cuál velozmente voy de regreso
muy feliz y contento.
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