Solo quiero calma, pocos
sobresaltos
sopitas y buen caldo,
tener libertad sin importar
el precio
que hubiera que pagar por
todo ello.
Como los que creen que el
pistoletazo y la dinamita
son los únicos capaces de
acabar con la burguesía,
y aparece la palabra
anarquista
como sinónimo de lo que hoy
llamamos terrorista.
Así nace el catalanismo
moderno
familias de abolengo y dinero,
dos Españas: la periférica,
viva, dinámica y progresiva
y la central, burocrática,
adormecida y yerma.
La primera es la viva
la segunda es la oficial y
dormida,
una España de oportunidades
perdidas
desde la guerra de la
independencia.
Con un ejército desacreditado
un pueblo desorientado e
indiferente,
ya lo dice y escribe Arturo
Perez-Reverte
en su patente de corso.
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