El final de un libro
debe ser,
el inicio de otro
para poderme recrear en él.
Para mí la escritura
es como una droga dura,
que engancha y atrapa
los más íntimos rincones de
mi alma.
El escribir diariamente
versos
es para mí tan necesario,
como el aire puro que respiro
al pasear por el campo
extremeño.
Me afloran multitud de letras
como el agua de una
torrentera,
para escribir diversos poemas
que se me vienen a la cabeza.
Con más o menos rimas
mi pluma escribe línea tras línea,
intentando componer la más
bella poesía
que sale del alma mía.
Ahora estoy escribiendo
mi noveno libro de versos,
pero no veo el momento ni el
día
para componer prosa
literaria.
El escribir una novela
como sentimiento me apasiona,
pero no veo la forma ni la
manera
de empezar a escribirla.
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