Cuando escucho flamenco
afloran mis hondos sentimientos,
es como fuego y veneno
que salen de mis adentros.
La carne se me pone de
gallina
de mi piel se eriza el bello,
hasta me salen unas lagrimitas
de emoción y contento.
Cuando escucho flamenco
cante puro y del bueno,
se me nubla la razón
y se acelera mi corazón.
Explicarlo quisiera
pero en ocasiones no puedo,
en la garganta se me pone un
nudo
que no me deja articular
palabra.
Cuando escucho flamenco
cante jondo y gitano,
los pies se levantan del suelo
para marcar un zapateao.
Es una emoción tan grande
que me alegra las mañanas y
tardes,
hace desaparecer los nublados
y los días son más soleados.
Cuando escucho flamenco
a raudales corre la alegría,
toco las palmas al compás
al oir esos fandangos
alameros.
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