COMO MONOS ENJAULADOS
Por culpa de esta maldita pandemia, desde la terraza
de mi casa viendo las calles desiertas, mi cabeza no para de dar vueltas.
Y así van pasando los días y esta odiosa clase
política que no son capaces de ponerse de acuerdo con la que encima nos está
cayendo.
Me parece increíble e inaudito que cada uno tire para
lo suyo, como si los españolitos de turno les importásemos lo más mínimo.
Catalanes y vascos ni por estas dan a torcer el brazo,
mientras en toda España a diario cientos de personas engruesan los nichos de
los cementerios.
Creo que para el resto del mundo somos todo un
espectáculo, como atracciones de circo esperando encima recibir un fuerte
aplauso.
Después de tantos días de cautiverio he llegado al
convencimiento, qué si salimos de esto, pasado un tiempo a todos los políticos
de turno les van a dar dos duros.
Cuando miro el cielo y veo las aves volando, me siento
como una fiera enjaulá con ansias de libertad.
Libertad el más preciado tesoro que puede gozar el género
humano, ahora los animales campean a sus anchas por ciudades y pueblos, por calles
y plazas.
Después de cuarenta días de llantos, preocupaciones y
penas, lo malo de todo ello es que aún no sabemos cuándo vamos a salir de éste
confinamiento.
La raza humana prisionera en sus casas, como han
pasado los años, como ha cambiado el cuento.
Empiezo a sentirme aprisionado
en una celda
como aquellas atracciones
de feria
o como monos enjaulados
que vi por primera vez en
el parque zoológico.
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