DICEN
QUÉ ANDANDO, ANDANDO
Dicen
qué andando, andando se encuentran cosas, aunque realmente no sé lo que ando
buscando, o tal vez por ser de espíritu inquieto o por las ganas de escribir
que siento en todo momento, mi imaginación vuela más rápida que las nubes que
surcan nuestro cielo, movidas en un día de mucho viento, traspasando fronteras
para enriquecerme de nuevas ideas en el contacto directo con las gentes de
otras tierras y respirar los aires nuevos de otras desconocidas naturalezas que
hacen que mi mente se enriquezca para plasmar por escrito en forma de versos o
prosas literarias.
Está
muy bien lo de intercambiar ideas y experiencias con otras gentes, de una forma
de pensar y vivir distintas, pero al igual que las notas de música, terminamos
por entendernos por ser un lenguaje universal.
He
llegado a la conclusión después de charlas interminables con otros aspirantes a
escribidor que nos mueve una gran ilusión, el poder escribir unas letras cada
día intentando convertir las cosas sencillas y darles forma de poesía.
He
recorrido cientos de kilómetros, yo diría que miles y ahora acabo de darme
cuenta, en apenas un momento que todo lo que estaba buscando fuera de mis
fronteras, lo tenía a mi lado, muy cerca, en esta querida tierra extremeña, en
esa dehesa donde la flor de la jara blanquea como uno de los colores de nuestra
gloriosa bandera ( verde, blanco y negro).
Verde,
de la orden de Alcántara. Blanco del pendón de la Corona de Aragón. Negro del estandarte
de los reyes Aftásidas de Badajoz.
Con
sus veinte y cuatro comarcas que la conforman, tan diversas y variadas como son
los extremos y largos confines de toda la Extremadura.
Caracterizadas
por la gran riqueza medioambiental y patrimonial, todas aúnan en su territorio
atractivos suficientes para seducirnos.
En
cada uno de mis viajes he creado recuerdos, ninguno de móviles ni de fotos,
todos los he grabado en mi retina, cada uno de ellos en vivo y en directo, y de
vez en cuando al evocarlos es como sacarlos del baúl de los recuerdos y
disfruto como si fuese en el acto, en el primer momento.
De
vez en cuando descargo el disco duro de mi cerebro para no llegar a bloquear
nunca mis pensamientos, eso sí procuro hacer una selección primero.
Soy
uno más de esos tantos miles de extremeños repartidos por los confines de lo
largo y ancho de todo el mundo.
En
ocasiones deshaciendo entuertos e injusticias como los de aquel ilustre
manchego de cuyo nombre no quiero acordarme, sin tener a mi lado la ayuda de
ningún fiel escudero, ni siquiera un perro que me ladre, ni por cabalgadura un
jumento. En el fondo contiene dos arquetipos, la lucidez y la locura, saliendo
juntos a conquistar un mundo irreal.
Me
gusta la frase del Quijote para andar por el mundo: “Paciencia y barajar”, se
dice en la cueva de Montesinos, y quiere decir que hay que conformarse con lo
que pasa y volver a jugar, a ver si las cartas salen mejor.
Defiendo
unos ideales a los que suele renunciar la mayoría de la gente por miedo, por
intereses económicos o por la soberbia del poder, para mí la escritura es un
ejercicio de conciencia, denuncio la realidad, represento la escritura en
libertad. Con mi particular sentido del humor me gustaría salvar a mis lectores
de a pie de la desesperación y ser consciente que entre la realidad y el idealismo
¡siempre gana la realidad!
Tampoco
quisiera llegar a ser como aquel abogado de secano, defensor de causas
perdidas, más bien llegar a ser un paladín y tener por estandarte el lema de
ser portavoz y denunciante por escrito de tantas y tantas injusticias, de
abusos de poder de los todopoderosos sobre lo que ellos dan por llamar chusma,
que son esa clase de trabajadores que les sacan las castañas del fuego, que
sudan la gota gorda intentando trabajar sin descanso las horas que hagan falta
para poder llevar a su casa un miserable jornal cada día para sustentar a su
familia.
Luego
a estos prebostes se les llena la boca de predicar de lo achuchada que está la
vida, que van a misa y comulgan todos los fines de semana y que de vez en
cuando, yo creo que en contadas ocasiones llegan a practicar lo que ellos
llaman caridad cristiana con tal de salir en la foto de cara a la galería.
He
recorrido cientos de kilómetros lejos de mi patria atravesando otras fronteras,
pero siempre llevo a mano mi bolígrafo y mi cuaderno de bitácora tomando nota
de todo lo interesante que veo y a mi alrededor pasa, para luego plasmarlo en
un libro, unas veces en prosa y otras en verso, ojalá pueda llevarlo un día a
cabo y a feliz término.
Son
tantas cosas y tan gran cantidad de sucesos presenciados en vivo y en directo,
que no quisiera se quedara alguno de ellos fuera del tintero, por eso empiezo a
copiarlos en éste papel en blanco y luego salga el sol por donde salga, aunque
sea unas veces por tierras de Zarza y otras por tierras de Villanueva, a ambos
pueblos por igual los quiero, uno por ser el de mi nacimiento y el otro donde
tengo mi casita en medio de la naturaleza y donde encontré el amor verdadero.
He
recorrido cientos de kilómetros lejos de mi pueblo, unas veces por temas de
trabajo, otras por ocio y esparcimiento, en busca de un porvenir incierto, pero
después de andar por trochas, veredas y recónditos senderos, he llegado a la
conclusión que de todos los sueños y quimeras que iba buscando, los tenía a la
vuelta de la esquina, en cada trocito de tierra de mi Extremadura.
También
en ese vecino tan cercano, en cada una de sus gentes, los pequeños con su
inocencia y la sabiduría y experiencia de sus mayores, la dureza de sus
hombres, la hermosura de sus mujeres y la madurez de sus gentes, las
penalidades que pasaron en esa larga y cruda posguerra, hambre de pan y llenos
de miserias y calamidades, pero que voy yo a contarles si el que más y el que
menos lo ha sufrido en sus propias carnes o se lo han contado sus padres y
abuelos, y que conste que no eran batallitas de esas que ejercitan los mayores
y las vecinas como excusa para justificar algún tipo de críticas, realidades
como la vida misma. Es una forma de plasmar el paradigma de la esencia
española, de todos aquellos que fueron silenciados, arrinconados y construyeron
con su humilde existencia la intrahistoria de éste país. La España profunda, la
que no se ve, pero nos define e identifica.
He
recorrido cientos de kilómetros y algunas que otras leguas, unas veces por
llanuras y otras por atajos de nuestras sierras, a veces practicando deporte y encontrándome
con alguna que otra alimaña, en ocasiones las espanté y otras veces tuve que
salir corriendo por piernas para evitar ser malherido como algún que otro héroe
de leyenda al haberse enfrentado a las fieras, iba buscando algún tesoro en las
laderas de la sierra si tuviese la oportunidad de descubrir alguna cueva oculta
entre la maleza y que por explorar estuviera, como fantasías animadas del hoy y
del ayer.
Y
es que esta Extremadura nuestra, tierra de conquistadores que a explorar otros
mundos fueron por culpa de pasar tantas miserias y muchas necesidades
primordiales. Ya se sabe que el hambre aguza la inteligencia y hace héroes a
gentes que hasta ese mismo momento habían sido unos cobardes, pero que se
pusieron el mundo por montera y embarcaron a destinos inciertos en unos barcos
con los medios imprescindibles en busca de tesoros y riquezas en un mundo
nuevo; algunos lograron
fama
y gloria y serán recordados en con nombres y apellidos, pero otros perecieron en
el intento y quedaran en el anonimato y jamás los recordará la historia.
Eran
tiempos de los Reyes Católicos, pero también en otro capítulo de nuestra
historia, por cientos tuvieron que salir huyendo por culpa de sus ideales y
sufrieron un duro destierro, como dicen algunos ilusos y nada demócratas que
ganaron la santa cruzada, pero la cruda realidad es que fue una guerra civil
cruenta y sangrienta.
Dicen
que el que olvida sus raíces pierde su identidad, debemos recordar de dónde venimos
para saber a dónde dirigirnos y quien olvida su historia esta condenado a
repetirla, cuan leí esta última frase por primera vez, en un lugar cuyo nombre
por sí mismo evoca aún más sensaciones y recuerdos: Auschwitz.
Hoy
por hoy no espero nada de las turbas monárquicas, pero tampoco de la grey
revolucionaria, no hacen más que burocracia pura, mucho caciquismo, ninguna eficacia
práctica, y adelante con los farolitos.
No
creo en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos, ojalá venga
un cambio radical que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental ( D. Benito
Pérez Galdós ).
He
recorrido cientos de kilómetros buscando material para escribir un libro aunque
sea de microrrelatos, creo que ya va poco a poco tomando forma a medida que
ordeno mis pensamientos, luego lo escribiré en prosa o en verso, pero eso
amigos míos, eso es parte de otro cuento.
Dicen qué andando,
andando
se encuentran
cosas.
Yo me encontré
contigo,
cara de rosa.
Cara de rosa, sí
Cara de rosa, no.
Cara de rosa,
niña de mi corazón.
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