Retratos en sepia o en blanco y negro
Retratos en
sepia o en blanco y negro me evocan antiguos y melancólicos recuerdos de mi
niñez, viendo en el noticiero del NODO entre otros los reportajes del caudillo,
y a continuación las películas en el cine de tía Flora y tío Félix, bellos
momentos que me hicieron tan feliz.
Parece que se
salían de su sitio los ojos de las orbitas, nuestras pupilas hacían chiribitas
cuando llegaba el séptimo de caballería para acabar con todos los pieles rojas,
o ver en aquella selva amazónica como campeaban libremente de liana en liana
Tarzán con la mona Chita.
Acompañados de
botella de gaseosa y patatas fritas, palomitas y alguna que otra chuchería
todos los domingos y días festivos, después de por la tarde ver el futbol o
jugar un partido en el campo del ejido del pueblo, para finalizar el día era nuestro
gran divertimento.
Eran tiempos del
Seat seiscientos de los que disponían del algún dinero, para las economías más
modestas de moto Gucci Hispania o Vespa y para el resto de la chiquillería
conformarnos con una bicicleta.
Atrás quedaron las cartillas de racionamiento,
de familias numerosas para las que todos los días del año se hacía un buen
cocido en la olla, con poca carne y algún que otro garbanzo negro en el puchero,
sería para correr algo más ligero.
Recuerdo aquellas
agrupaciones escolares en las que cantábamos todos los días el Cara al sol al
empezar las clases, después cálculo mental, dictado corriente, clase de
religión, geografía e historia y repasar los deberes de la enciclopedia
Álvarez. En una misma clase juntos más de cuarenta o cincuenta alumnos donde
nos impartía el mismo maestro hasta dos o tres cursos distintos, ya que estábamos
alumnos de varias edades.
A partir de las
cinco de la tarde hora de salida de clase, merienda de pan con quesito del
caserío o chocolate y a jugar mucho en la calle hasta el apardear la noche en que
debíamos recogernos en casa para cenar y acostarse.
Retratos en
sepia o en blanco y negro me hacen recordar lo rápido que pasa el tiempo, de la
fugacidad y brevedad de la vida, que me parece estar contando unas batallitas
como las que nos contaban nuestros abuelos, de aquellos tiempos de Maricastaña
y que me parece como si hubiesen ocurrido esta misma mañana.
Retratos en
sepia o en blanco y negro que me hacen evocar tiempos pasados, en que la iglesia
y el estado iban juntitos cogiditos de las manos, había que saludar con el brazo en alto y al
clero había que besarles el anillo de la mano.
Ojalá queden
como amargos recuerdos y no tengamos que volver a pasar por todo ello, pero
como era libre el miedo a caer fusilado tras las tapias del cementerio, únicamente
les deseo a todos estos desalmados se pudran o se estén pudriendo, si es que existe,
el infierno.
Como colofón y
punto final a esta especie de serial, como al terminar las películas de cine le
pondremos el THE END y luego como dicen los toreros al salir a torear al ruedo……que
Dios reparta suerte…..y cornásssss.
THE END
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