Reflexiones conmigo mismo
Como dice
Joaquín Sabina, ese que no termino nunca de saber si canta cuando recita o
recita cuando canta: A mis amigos no los
juzgo, me limito a quererlos, y añado yo que si son amigos verdaderos los
acepto con todos sus defectos.
En muchas
ocasiones no se me ocurre nada, la inspiración lo mismo que viene se va. Las
letras de mis prosas y versos mejores vienen y no sé cómo ni de dónde.
Pero también
está el trabajo, hay que ser constante y hacerlo a diario.
Me encierro en
mi estudio, cuando no escribo me relajo y leo aprendiendo de los grandes
escritores a los que considero mis maestros.
Admiro la
facilidad de palabra que tienen para escribir tan hermosas obras literarias,
fábulas y cuentos. Soy un ferviente seguidor de todos y cada uno de ellos.
Así poco a poco
las ideas van fluyendo como las aguas revueltas por el cauce de los ríos. Les voy dando forma, unas veces en versos y
otras en prosa.
Mis escritos
nacen del mismo lugar que los sueños, la realidad incluye delirio y fantasía.
Mi mejor
escenario es el estudio de mi casa, aquí no tengo los nervios del principiante,
escucho recitando en voz alta las letras de mis versos y recibo el aplauso del
público que me devuelve el eco en sus silencios.
No suelo tener
problemas con mis seguidores en Facebook, en raras ocasiones me dirigen algún
improperio o insulto.
No tengo fans
que me persigan por la calle y como no voy de divo pues mi vida es soportable y
muy agradable.
Me gustaría ser
un miembro destacado de una nueva y vibrante generación de poetas a la que
nadie aún ha puesto nombre.
He tomado el
camino común de los jóvenes poetas, escribo todos mis poemas en diversos grupos
en las redes sociales a los que pertenezco, en mis letras hablo de los temas
universales, del amor y del desamor y con ciertas notas de ironía voy
encontrando mi voz propia.
Mi temática se
va abriendo poco a poco a otros problemas sociales y enristrando la lanza y subiéndome
en un jumento salgo a los caminos a deshacer entuertos, como aquel famoso
caballero de cuyo nombre no quiero acordarme. De la unión de lo fantástico y lo
real sale la realidad.
Como dijo Emily Dickinson: Para viajar, no hay mejor
nave que un libro.
Revindico el
papel como el mejor medio para disfrutar de la poesía. Los poemas necesito
tocarlos, dejarlos en la librería, marcar una página y volver a abrirlos dentro
de un tiempo, para saber porque lo hice.
Aunque en las
redes sociales han encontrado eco mis poemas, internet está dando dolores de
cabeza a los jóvenes poetas, que ven como sus composiciones son plagiadas por
piratas cibernéticos o divulgadas sin permiso, sin citarles e incluso pidiéndoles
dinero si quieren aparecer como autores de los mismos.
La administración
no esta haciendo nada. Me gustaría que se respetara el trabajo de los
escritores.
Los jóvenes compran
libros cuando ven cercanía, cuando aprecian que sus autores comparten problemas
con ellos y todos crecen juntos. Se crea un cariño irracional, para después
conseguir venir a cientos de personas en las presentaciones y recitales.
En este mundo
tan lleno de individualismo y encerrarnos en nosotros mismos debemos
preguntarnos como el Principito:
¿ Qué es la soledad
_Es un reencuentro consigo mismo y no debe ser motivo
de tristeza, es un momento de reflexión.
En muchas
ocasiones pienso y hablo conmigo mismo y siempre está a mi lado un personaje
que interpreta mis pensamientos y da respuesta a los mismos.
La verdad que es
incómodo oírse sin ser oído.
Aristóteles en su día dijo: Un amigo fiel es un alma
en dos cuerpos.
Debemos ser
conscientes de que lo tenemos todo, solo hay que buscarlo dentro de nosotros,
cultivarlo y tratarlo con cariño y la felicidad viene sola, pero hay que salir
a su encuentro.
Ahora que me
miro en el espejo y veo una barba poblada de pelos rojos y canos compruebo que
poco tengo de chaval y sí mucho de abuelo.
Ser viejo es
tener un pasado irremediable y carecer de tiempo para enmendarlo. Lo importante
es aprovechar la vida, tópico pero cierto.
Siempre he
tenido una consciencia aguda del paso del tiempo.
Pienso que
cuando tenga que coger el tren de cercanías, que sea no muy pronto, más bien
tarde, deberé ir ligero de equipaje para tan largo viaje, en un recorrido de ida
pero sin vuelta, quizás no mire hacia atrás y partiré sin despedirme de nadie,
para hacer ese largo viaje ¿a dónde?, donde el aire me lleve, quizás a ninguna
parte, con tal de conseguir ser libre.
La libertad es
un don que no se halla entre las cosas sino muy por encima; en eso se parece a
la claridad.
Dice Rosa Montero en La ridícula idea de no volver a
verte ( 2013 ): que solo siendo absolutamente libre se puede bailar bien, hacer
bien el amor y escribir bien, actividades todas ellas importantísimas.
Con lo tarde que me acuesto
y lo temprano que me levanto
cualquier día me encuentro
conmigo mismo por el pasillo.
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