Entre sueño y realidad
Ahora ya no me
permito malgastar más mi tiempo con el maldito miedo de saber si puedo o no
puedo llegar a escribir unos versos.
Mi vida está hecha
de días prestados y aunque tengo estúpidos enfados con la gente que me importa
mucho, soy consciente que estoy aquí de paso.
Cojo papel,
pluma y tintero, poniéndome el mundo por sombrero me lavo la cara y salgo a la
calle sin maquillaje, y con mucho coraje busco las fuentes donde poder
inspirarme.
En mi vida he
pasado duros momentos sin llegar a caer nunca en el duro lamento, nunca he
querido tener miedo y dependiendo de mi estado de ánimo compongo las letras de
mis versos.
Las letras de
alguno de mis versos son de un verde color porque transmiten algo esperanzador
y hablan de nobles sentimientos que salen de mis adentros.
Cada vez que me
encuentro en un escenario, mirando la cara de la gente en la biblioteca del
pueblo, rodeado de mis paisanos mi cuerpo tirita como un principiante novato y
hasta tartamudeo al recitar mis versos.
Como si despertase de un sueño
a veces me veo en los Campos Elíseos
al lado del Arco del Triunfo,
como si fuese un gran divo
recitando uno de sus grandes conciertos.
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