Bares de copas
Tengo la maleta
llena de promesas incumplidas, de besos y sonrisas compradas en tugurios de
carretera, donde el wiski es tan de garrafa que hasta el alma al día siguiente
tiene resaca.
Pero el cuerpo
se ha dado una alegría en esos bares de copas, llenos de julais y guripas y de
chulos con sus putas, entre porros y anfetas te has corrido una gran juerga.
La cosa es
fornicar a picha floja pero suelta, las purgaciones y ladillas campean a sus
anchas llegando hasta la coronilla, con muchos picores y a la luz de las
candelas te ves obligado a ir a urgencias.
Por una cabeza
se pierde la otra son calenturas de la entrepierna, cuando la necesidad aprieta
para eso están los bares de carretera, donde hermosas hembras por hacerte
favores te quedan cacareando y sin plumas y sin una sola peseta.
Y ahora vas y
lo cuentas acongojado y llorando tus penas, que las cosas de la jodienda ni
jodiendo tienen enmienda, y en la próxima calentura cinco contra uno es la
apuesta más barata y segura.
A estos bares
de lucecitas rojas, azules y amarillas a los que tan maravillosamente les sabe
cantar nuestro incombustible maestro Sabina, les dedico estas calenturientas
letras no exentas de cierto toque de ironía.
A esos bares de
copas al lado de las gasolineras, que están abiertos a deshoras y se escucha en
una gramola, cantar a Miguel de Molina: apoyao en el quicio de la mancebía, a
todos sus clientes y a todas sus mujeres guapas les dedico estas coplas.
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