Una vejez con obras
No debe
haber peor cosa que a la vejez andar de obras, pues la cabeza no para de dar
vueltas para al menos saber cuándo las empiezas.
Ente
permisos y papeleos cuanto follón, que jaleo, entre planos y presupuestos que
derroche de dinero.
Yo que
soy muy inquieto y estos trámites parecen ser bastante lentos, como esto siga
así con tanto retraso voy a terminar de los nervios.
Tendré
que armarme de paciencia e intentar dormir al menos la siesta, ya que los sueños
nocturnos son escasos y poco profundos.
Así
no hay quién viva con la que se avecina, y para colmo de sorpresas del vecino
de arriba tengo goteras.
Parte
telefónico al seguro pero parecen estar sordos y mudos, y como no se cómo
terminará todo esto me veo de cabeza de juicio y pleitos.
No debe
haber peor cosa que a la vejez andar de obras, ya que debía ser tiempo de
sopitas y buen vino disfrutando de lo que nos depare el destino.
A la vejez viruela
sarna, sarampión y
varicela
y si algún dinerito te
sobra
gástatelo en vacaciones y
no te líes de obras.
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