Adagio agrícola
Después
de una fuerte tormenta que vino desde el llano a la sierra
regando
la desértica tierra, mi alma se queda tranquila y serena.
Ha
sido mucho ruido y pocas nueces, mi corazón se acelera y estremece, truenos,
rayos y centellas en la Comarca de la Vera.
El
labrador bastante preocupado termina de sembrar el pimiento y el tabaco, acaba
de empezar la faena y ya teme por el resultado de la cosecha.
Las
cosas de la agricultura no pintan buena perspectiva, siempre oteando el
horizonte, por donde sale el sol o por donde se esconde.
Siempre
mirando hacia el cielo llorando sin desconsuelo, ya que una furiosa granizada
le ha destrozado toda la siembra.
Estas
son de las cosas verídicas, reales y ciertas como la vida misma, la gente del
campo bien que lo conoce y sabe siempre lo escucho a los mayores y a sus
padres.
Es un adagio agrícola
de los campos de mi tierra
extremeña,
de campiñas extremas y
duras
de muy difícil andadura.
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