El otoño de la vida
A
la vejez viruelas
es lo
que aseguraba mi abuela María,
que
decía un viejo castellano refrán
que
sigue estando de rabiosa actualidad.
Mientras
ganchillo hacía
en la
puerta de casa con sus vecinas,
naturalmente
todas jubiladas
y de
profesión amas de casa.
Se habían
despertado de la siesta
después
de un café migado con galletas,
que
se había preparado para la merienda
y ahora
era la hora de darle rienda suelta a la lengua.
Como
en un corral de comedias
se contaban
sus alegrías y penas,
aunque
juntas pero no revueltas
hablaban
con la voz de la experiencia.
Todas
peinaban canas
algunas
recogían con horquillas sus melenas,
así
discurrían sus vidas
en conversaciones
tan amenas.
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