Qué vida más triste y
puñetera
ver como lentamente se apaga
consumiéndote en una lenta
agonía
de la que quisieras escapar
por la vía rápida,
contemplar tanto dolor y
sufrimiento
sentir impotencia ante todo esto
no poder impedir estos
tristes acontecimientos
que todo pase velozmente, en
un momento.
Qué emociones se pueden
llegar a sentir
que palabras de consuelo
podemos decir
esta incertidumbre de lo que
puede ocurrir
¿ cuánto tardará lo que está
por venir ¿,
¿ a quién poder recurrir ¿
después pasado ya el momento
de ese desenlace tan incierto
que solos nos hemos quedado
sin el muerto.
Pero más solos se quedan los
muertos
enterrados a la sombra de los
abetos
por muy bonito que sea el cementerio
engalanada la lápida que les
hemos puesto,
con coronas de flores y
crespones negros
con mucho orden y concierto
decretados tres días de luto
por el ayuntamiento del
pueblo.
Se nace, se crece
se reproduce, se muere
se empieza, se termina
es el ciclo de la vida,
y al fin del camino
de nada te valdrá haber
corrido
igual que no amanece más
temprano por haberte levantado antes
no oscurece más tarde por
haberte acostado después.
Se diga lo que se diga
qué bonito es un entierro
con sus caballitos blancos
y sus caballitos negros,
con su cajita de pino
y su muertecito dentro
enterrado en el cementerio
que solo se quedan los
muertos.
Doce caballeros iban portando
los restos fúnebres del
finado
iban en fila de tres por
cuatro
camino del cementerio,
¡ finado….finado ¡
¿ dónde estás que no te veo ¿
estoy en mi cajita de pino
oliendo a flor de romero.
Estas letras aunque no tengan
ritmo ni rima
pero tienen el alma de la
belleza
que debe encerrar todo poema
son versos ingeniosos,
en éste caso con un humor
negro
escritos por un autor muy
conocido
un tipo singularmente
cachondo
bizco, sordo y cojitranco.
( Adrián Sánchez Blázquez )
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