viernes, 13 de mayo de 2016

XVI


XVI

A partir de los sesenta las personas decentes

dejamos de creer en grandes cambios sociales,

no es que nos volvamos conservadores

es que por escépticos nos volvemos prudentes.



Cada vez que las ilusiones brotan

que nuestras vidas hierven y amenazan,

arrugamos la nariz y meneamos la cabeza

quizás porque ya estamos de vuelta de tantas cosas.



Dejamos que nuestras hijas se emocionen

con una idea o con un sueño se entusiasmen,

ahora miro y escucho a mis hijas

dejándolas crecer y aprender por ellas mismas.



Veo que son entusiastas

de las nuevas clases políticas,

que quieren aportar oxigeno moral y frescura ética

pero también se llenan de dudas y eso me gusta.



No sé, no sé……

si están ávidas de conocimientos y revoluciones,

y no mi miréis así

pues me recordáis de joven a mí.

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