Me cuesta abandonar las rutas
conocidas
para perderme por otras zonas
alejadas,
un lugar donde crezca la
fantasía
y me llene de nuevas
esperanzas.
Por esas calles tan cercanas
y a la vez tan desconocidas,
que voy acariciando con la
mirada
al descorrer el visillo de la
ventana.
El espacio urbano no dice su
pasado
lo contiene como las líneas
de la mano,
escrito en las escaleras, en
los pasamanos
y hasta en las antenas de los
pararrayos.
Siempre se desvirtúa algo
un delgado matiz del
significado,
el ritmo de un fragmento
los sonidos de algunos
versos.
Pero como un loco enamorado
decido perderme por los
recovecos
de aquellos callejones
urbanos
intentando perderme en este
espacio, en este tiempo.
Quizás el destino ha querido
que viva en éste espacio del
tiempo,
rescatando recuerdos del
pasado
en ésta fría noche de
invierno.
Para no echarlos nunca al
olvido
transformando una verdad en
algo nuevo,
cuyo tejido está compuesto
por hilos
que el azar a trazado nuestro
destino.
Comienzo el año nuevo
como despedí el viejo
caminando en pleno invierno
con incertidumbre a los
nuevos tiempos.
El frio trae a mi memoria
otro paseo de otra mañana,
y al calor de la leña de la
chimenea
en el parador de Gredos, por
tierras de Ávila.
No hay comentarios:
Publicar un comentario