Paseo matutino

PASEO MATUTINO

Esta mañana me he despertado temprano, de la cama pego un salto, con gorra y botas camperas paso por la churrería del barrio, un churrito con un café bien calentito que hace despertar mis sentidos y reconforta todo mi cuerpo.

Y una vez confortado mi estómago, con pasos acelerados me dispongo a pasear por nuestro campo cacereño, más que día de otoño parece un día de frio invierno, una espesa niebla se ve a lo lejos que no me deja ver más allá de cuatro palmos.

Pero como voy bien abrigado lo único que deseo es disfrutar de éste maravilloso paseo, los pájaros en grandes bandos abandonan los arboles saliendo de sus nidos en busca del alimento diario, el verlos es un verdadero espectáculo, con sus incesantes trinos nublan por un momento el cielo y es que ¡son tantos!

Empieza a levantarse un ligero viento, aligero mis pasos y es que hace un frio del carajo, el otoño es un tiempo de silencio, es el momento ideal de practicar senderismo en un ambiente limpio y fresco, y en un entorno lleno de color esperando a que llegue el invierno.

La paleta de colores, del cambio de color de las hojas, una exhibición sin precedentes de tonos de tierra, esos ocres, amarillos, naranjas y marrones y ver caer las hojas de los árboles, su color y tonos intensos y suaves suelen asociarse a una sensación de armonía y recogimiento.

Recoger bayas y setas silvestres con total libertad, mientras disfrutamos al encontrar un hermoso paisaje que hace que nuestras preocupaciones cotidianas no sean sino un recuerdo lejano, los nuevos colores cambian el paisaje cacereño llenándolo de una luz rojiza diferente y mágica.

Observo a un afanoso barrendero

que trabaja sin apenas tener descanso

en estos días otoñales de cara al frio invierno,

que con mucho cuidado y esmero

hace que esté más limpio y reluciente nuestro barrio.

Y es que esta abundante la hojarasca

se asemeja a una tupida alfombra

sirviendo de abono para la tierra,

es una gozada pasear de buena mañana

recreando nuestra vista por la campiña cacereña.