Recuerdos de mi infancia
Recordar
mi infancia visitando el colegio de La Inmaculada en Armenteros el otro día por
la mañana fue más que una proeza toda una hazaña.
Evocar
los años sesenta y tantos estudiando en aquellos áridos campos en los que se
veían más alacranes que lagartos, pero claro era el colegio de toda España para
estudiar más barato.
Donde
permanecí tres cursos completos en este colegio que aún se estaba construyendo,
muchas goteras en los dormitorios y el agua era recogida en las latas de Cola
Cao para evitar inundarnos.
Que
desértico y mísere paisaje, nada donde nuestra vista poder recrearse, solo
desear que fuese pasando el tiempo y finalizase el curso académico.
Cuantas
penurias y calamidades, de cena sopa de ajos todas las noches antes de acostarse,
porción de mantequilla y miaja de tocino todos los días del año como opíparo
desayuno.
Los
riquillos de pueblo como pudiente tomaban cola cao y onza de chocolate y alguna
que otra galletita de las ricas que degustaban con delicia y sorbos de leche
condensada, siendo de todos nosotros la completa envidia.
Ahora
después que han pasado los años, de esto hace ya casi cincuenta y tantos, pero
pisar las dependencias del colegio y su suelo me embarga la emoción y lloro con
aquellos recuerdos.
Me acerqué
al pueblo y en la iglesia charlé un ratito con el párroco y entre dimes y
diretes llegó la hora de ir a darse un merecido ágape.
La experiencia
ha sido inolvidable, hacía años que ansiaba con realizar este viaje, después
visitamos Alba de Tormes, el museo de Santa Teresa con todo lujo de riquezas y
detalles.
Recordar mi infancia
el paso por aquellas
tierras,
para mí ha sido tan grato
que he decidido escribirlo
y contarlo.
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