Ojos de agua, o sea el mar
la plenitud y la honda transparencia,
la inocencia virgen de rameras
la sonrisa putesca de doncellas,
una insurgencia de la libertad
con más gozos que sombras.
Reescribir la historia de la Celestina
puta vieja y reputa,
de virgos cosedora
de vírgenes creadora y restauradora,
hermosa como debió de serlo la alcahueta
en una vida llena de enredos y
componendas.
Esta obra de Fernando de Rojas
recreando personajes para la ficción dramática,
de esta madre remediadora
artífice de encantamientos,
constructora de felices encuentros
para los demás y para su propio cuerpo.
Como decía el Arcipreste de Hita
por dos cosas labora el hombre en ésta
tierra,
la primera es por haber mantenencia
la segunda por haber ajuntamiento con
fembra placentera,
sin quitarle importancia a la primera
Juán Ruiz y La Celestina no dudarían en
cambiar el orden de preferencia.
Pues el placer lleva al sustento
e incluso a hartazgo,
palabra de Fernando de Rojas
corazón de la Celestina,
palabra de poeta
el hacedor de todo esto: Alvaro Tato.
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