Fuimos al camposanto
a rezar a la tumba del Piyayo,
unos claveles hemos llevado
del paso de Jesús Resucitado.
Después de dialogar con él durante un
rato
derramar alguna que otra lagrimita y
llanto,
en su honor y al haberlo recordado
nos marchamos más tranquilos y
sosegados.
Para el martes tengo encargado
de flores un hermoso centro,
de casa de Julita Bravo
que le alegre un poco ese viaje tan
largo.
El ha salido a despedirnos
dándonos a cada uno un fuerte abrazo,
deseando en todo momento
de vez en cuando vayamos a visitarlo.
Y es que me cuesta mucho trabajo
pensar que nos haya abandonado,
yo lo veo en cada momento
esta siempre conmigo, a mi lado.
Se le echa mucho de menos
por su cante grande y sus fandangos,
por su humor y gran cariño
que nos demostraba a diario.
Visitar la tumba del Piyayo
de Fermín Sánchez Blázquez, alias
Cuarto,
es todo un honor y privilegio
del que disfrutamos solo unos pocos.
Adrián
Sánchez Blázquez
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