En esta mañana soleada de sábado
como premio a nuestro concierto,
no me cabe por menos
que expresar mi más sincera
felicitación,
a nuestra querida directora por su
brillante actuación
y a todos y cada uno de los componentes
de éste Orfeón.
Que redoblen tambores
que repiquen campanas,
es el día en que el Orfeón Cacereño
en el complejo San Francisco,
acompañado de la Banda
salió a triunfar con muchas ganas.
El complejo San Francisco
estaba abarrotao de público,
a la entrada el cartel de no hay
billetes
era el preludio de una actuación
brillante,
la suerte estaba echada
y había que salir como los toreros a la
plaza.
Escuchando las primeras notas del piano
todo el Orfeón muy unido y hermanado,
empezamos con el Cantique y el Padre
Nuestro
y una vez templado nuestros nervios,
cantamos la Nana Extremeña y los
Nocturnos de la Ventana
el público rompió en aplausos a esta
agrupación cacereña.
Llegó el momento de cantar con la Banda
Sinfónica
nuestras voces se crecen y se alzan,
In a Monastery Garden, Nabuco y Carmina
Burana
como broche final La Tierra,
el público emocionado se levanta de sus
butacas
más de diez minutos de aplausos y alguna
que otra lágrima.
El espíritu de Carmina Burana
planeaba sobre la sala,
impregnando de valor nuestras almas
cuando empezó a sonar la Banda,
de nuestras afinadas gargantas
salió un do de pecho a esta ópera
alemana.
Es la justa y merecida recompensa
a tantos horas de ensayo,
día tras día sin descanso
creo que ha merecido la pena,
y en este cincuenta aniversario
este Orfeón ha quedado el pabellón muy
alto.
Pero no debemos olvidarnos
de los componentes que no están a
nuestro lado,
y que gracias a todos ellos
este Orfeón en este cincuenta aniversario,
quiere llegado este momento
tenerlos en el recuerdo.
Como a nuestro amigo Ramón
un incansable luchador,
aunque le fallaba un poco el corazón
compañero de cuerda, tenor y compositor,
hecho en falta sus partituras y sabios
consejos
que me llegaban muy dentro.
Adrián
Sánchez Blázquez
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