Cuando está aquí la Semana Santa
y los cerezos están en flor,
desde el Valle del Ambroz
hombres de poca fe y esperanza,
en esta Extremadura nuestra
cuando más se divierte la gente mientras
hace penitencia.
Yendo de procesión en procesión
haciendo fotos, apuntando como un
francotirador,
observando este carnaval procesionario
del cuál la otra noche fui mudo testigo,
comentándolo mientras acompañaba al
párroco
por las calles de mi barrio.
De más de trescientos hermanos
de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de
la Humildad, ese paso
solo cuarenta personas de capirotes
disfrazados
cornetas, tambores y varios costaleros,
que habían sido contratados
¡ qué desfile procesional tan solitario ¡.
Todo un carnaval procesionario
un verdadero espectáculo,
con tiempo seco y soleado
y ningún cofrade acompañando este paso,
otros años por agua pasados
los cofrades fingiendo mucho dolor y
llanto.
Días de restaurantes y bares, llenas sus
terrazas
pescaitos fritos y gambas,
muchas colas en las carreteras, largas
caravanas
para acudir a los pueblos y las playas,
es una excusa perfecta
para disfrutar a tope en Semana Santa.
Con la fe casi perdida
las iglesias muy vacías,
abarrotadas las plazas
escuchar alguna que otra saeta,
con esas voces tan desgarradas
procesiones de Semana Santa.
Semana Santa carnavalera
de tambores y cornetas,
fantasías procesionarias
costaleros y damas de negro engalanadas,
sentimiento de dolor a raudales
procesionando en sus plazas y calles.
En esta Extremadura nuestra
tan sagrada como la Semana Santa y la
Cuaresma,
es la hora de la siesta
para dar reposo a nuestras neuras,
que a tantos humanos nos acomplejan
en estos días de fiesta.
Semana Santa carnavalera
celebramos estos últimos días de
Cuaresma
como si fuesen unos días de feria
encontrándonos con amigos y familia,
celebraciones y mucha alegría
recuerdos de una infancia perdida.
Adrián
Sánchez Blázquez
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