El domingo muy de mañana
recién salido de la cama,
tengo una ocurrencia temprana
ir a ver la nieve a Tornavacas.
Hace un espléndido día
para salir de la rutina,
con agradable compañía
ir a contemplar la nevada serranía.
Nos acercamos por Plasencia
en dirección al Barco de Ávila,
adentrándonos por el Valle del Jerte
nuestros gestos se tornaron alegres.
Unos paisajes con tanta belleza
en estado puro la naturaleza,
resplandeciente tanta blancura
la nieve en las cunetas, en cada curva.
Llegamos a lo alto del puerto
con mucho frío pero contentos,
disfrutando como unos críos
con unos juguetes nuevos.
Divisamos a lo lejos
toda nevada la sierra de Gredos,
un verdadero espectáculo
todo un bello acontecimiento.
En el Barco almuerzo y ratito de paseo
antes de dirigirnos al Parador de
Gredos,
en las estribaciones del puerto del Pico
donde pernoctamos como dos recién casados.
A través de la ventana del dormitorio
veíamos caer la nieve en gruesos copos,
contemplando las estrellas
en una noche tan hermosa y bella.
Por la mañana un suculento desayuno
nos hizo recargar las pilas y el ánimo,
por Arenas de San Pedro
a Villanueva nos acercamos.
Comimos con familiares y amigos
pasando un agradable ratito,
café, tertulia y pasadas las cinco
regresamos a Cáceres muy tranquilitos.
Un
viaje inolvidable
para recordarle siempre,
acompañado de mi Cari en todo momento
de la que estoy enamorado hasta los
huesos.
Adrián
Sánchez Blázquez