Llevamos más de dos semanas
de agua
las calles y tierras están anegadas,
sintiendo y viendo el croar
de las ranas
que van saltando de charca en
charca.
La tarde presagia tormenta
se ve algún que otro rayo y
centellas,
pero mis piernas están inquietas
deseando salir a dar una
vuelta.
Salgo a la calle cogiendo un
paraguas
y en dirección a la dehesa,
agarrado de la mano de mi
compañera
de paseo ver el pocito, la
obra nueva.
De paso entro a ver el
secadero
para comprobar los efectos
del aguacero,
y como no ocasionó ningún
destrozo
mi estado de ánimo se ve todo
gozoso.
Todo un lujo, un precioso paseo
por los Arenales hasta el
Salgadero,
empieza a llover, un fuerte
aguacero
que hace meternos en el
Cordel, llegamos corriendo.
Un cafetito bien calentito
que nos reconforta todo el
cuerpo,
y una vez pasado este acuoso
momento
regresamos a casa felices y
contentos.
Un largo paseo por la dehesa
después de haber dormido un
poco la siesta,
es algo para recordar de
estas tierras zarceñas
y poderlo plasmar en éste
poema.
Agua y más agua revuelta
en éstos días de feria,
por no haber no hay ninguna
caseta
ni coches chocones, ni
revolanderas.
Adrián Sánchez Blázquez.
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