San Pedro, San Fermín y San
Adrián
la terna más famosa torera
hicieron una faena soberbia
llegaron a cortar desde el
rabo hasta las orejas
en una hermosa corrida
taurina.
Lidiando toros de la
ganadería de Torre Estrella
de buena mañana, matutina
la cosa no pintaba clara
pero la jornada amaneció
radiante, iluminada
para dar buenos lances,
maravillosos capotazos.
Estaban todas las amistades
de facebook avisadas
todos los santos del cielo y
todas las santas
el Sagrado Corazón de Jesús y
la Virgen de la Montaña.
Una vez que pasó todo el
encierro
sin haber ocurrido ningún
sobresalto torero
ni heridos graves, ni mucho
menos muertos
por un largo, muy largo pasillo
enganchado en una reata de
mulas con sus muleros
me llevaron hasta la puerta
de chiqueros.
Sin sobresalientes de espadas
ni banderilleros
ni mozo de estoque ni
barrilargueros
a la puerta del taller, los
ángeles del cielo
las más bellas huríes que para
sí quisieran los sarracenos
y entre sus bellos brazos
entré como en un sueño
eterno.
Sin apenas enterarme desperté
en un momento
con mis tres cariños, que
reencuentro más bello
el sol calentaba, el cielo
completamente despejado
acordándome de cada uno de
mis familiares y amigos
amistades de facebook y de
compañeros.
Aparte de algunas malas
anécdotas que quedaran para el recuerdo
por lo demás ha sido un
corridón muy bello
gracias a las enfermeras y a
todo el cuadro clínico
a todos excepto a uno, su
nombre ya ni lo recuerdo
para limpiadoras, auxiliares,
para cada uno de ellos
van dedicadas las letras de
éstos versos.
San Pedro, San Fermín y San
Adrián
en una faena sin par
por la puerta grande salieron
a hombros, a hombros todos
ellos
en un día ocho de julio.
Una vez terminado el encierro
en la puerta de chiqueros
habiendo recogido todos los
trofeos
a todos y cada uno de ellos
en mis pensamientos les llevo.
A ellos y a todos los demás
santos del cielo
para que nunca lleguen a
cogerles celo
y además todos juntos
contentos dimos la vuelta al ruedo
y es que no las tenía todas
con migo.
Es que podía haber sido un
día para el llanto y el duelo
no querían anestesiarme del
todo
son anécdotas para quedar en
el recuerdo
estoy deseando reponerme muy
pronto
salir para mi casa corriendo
o al menos a pasito, a pasito
muy lento
y junto a mis seres queridos
seguir mis poemas
componiendo.
Y ya de una vez poder
terminar estos versos
que a modo de una corrida de
toros
en un día ocho de julio
en el hospital de San Pedro
como un pasodoble torero
cantado por los famosos
cantaores de flamenco.
A San Fermín y San Adrián les
envío un montón de besos
¿ el por qué ¿ eso solo lo
saben ellos
y a mis tres amores, a mis
tres cariños
que son lo más grande que
tengo
les concedo las dos orejas y
el rabo
y hasta tres veces la vuelta
al ruedo.
( Adrián Sánchez Blázquez )
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