Compro la prensa y al leer el
periódico
una luctuosa noticia me llena
de pánico
explosión de bombas, atentado
terrorista
en Boston, en una maratón de
deportistas.
A pocos metros de la meta
se producen las detonaciones,
llega la tragedia
con una intensa humareda
que vemos en T.V. por las
imágenes que nos llegan.
Tres muertos y más de un
centenar de heridos
muchos deportistas por el
suelo caídos
el pánico de la gente a lo
desconocido, el miedo
y las victimas, tanto dolor y
desconsuelo.
La ciudad llora la muerte de
un niño de ocho años
y la de otras dos personas en éste atentado
en diversos puntos de
concentración
se depositan rosas, mensajes
y llantos de dolor.
La investigación está muy
activa
se esperan noticias de manera
enseguida
las autoridades avanzan lentamente
en la investigación
creen que las bombas eran
ollas a presión.
Lo de Boston no tiene nombre,
el terror por el terror
una celebración deportiva
convertida en algo sobrecogedor
viendo las imágenes por
televisión
no pude evitar unas lágrimas de
compasión.
Una nación con tanto
armamento
teniendo tanto loco suelto
del mundo, todas las naciones
condenan éste tipo de
acciones.
Lloramos por las víctimas
velamos por los heridos
deseando que los terroristas
paguen muy caro lo sucedido.
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