lunes, 1 de abril de 2013

Ganar, perder....... Aprender


Nunca se pierde, unas veces se gana y otras veces se aprende. Si no se está acostumbrado a perder es una parte negativa por nuestra parte que a menudo cuesta ver.
A veces es necesario perder para saber lo que se siente cuando se gana. Cada fracaso duele como si fuese el peor, te ayuda a caer para levantarte y empezar de nuevo otra vez.

La victoria tiene muchos padres, la derrota uno solo.

Cuando uno tropieza en una piedra, empieza una nueva carrera aprendiendo de los errores anteriores y tomando nota para no volver a tropezar en la misma piedra.
Hay que mover las montañas del desánimo y el cansancio y cada día intentar escalar un pico un poco más alto. Escalar las montañas de lo afectivo, aquellas que aparecen cuando le tenemos miedo a experimentar el amor y la amistad con el resto de los humanos.
Los desafíos ante los problemas en vez de desanimarnos, deben hacernos más fuertes y las caídas en vez de darnos miedo, deben darnos seguridad, aprendiendo a caminar, con pasos cortos y pisadas firmes que dejan huellas por donde van.
Unas veces se cree haber perdido toda una vida en conseguir una meta sin conseguirla y la realidad es que se ha ganado en libertad en encontrarse a uno mismo dejando de fantasear.
El camino es largo y difícil pero se aprende a llegar al final, se pierde lo malo para ganar dignidad. Hay que perder , dejar aquello que nos hace mal, debemos aprender a soltar, muchas veces debemos perder para levantarnos y ganar de nuevo.
No es nada fácil volver a reír sin parar, no es fácil cuando solo quieres llorar, a veces hay que dejar ir a todo lo que te rodea, sea material o sentimental, dejar marchar aquellas cosas que no te hacen feliz, hay que perder, porque dentro de ésa pérdida está el volver a encontrar la felicidad.

La victoria tiene muchos padres, la derrota uno solo.

Cuando algo se pierde, cambia lo que deja vacio, aunque otro ocupe su lugar.
En la escuela de la vida aprendí que muchas cosas cambian casi todos y muchas veces ni nos damos cuenta. Es difícil reconocer que algo ha cambiado, porque tenemos miedo de asumirlo. Se puede ganar o perder, que sea el comienzo o el fin, que para bien o para mal, todo cambie.
No importa perder o ganar, lo importante es participar. Perder o ganar, es mejor perder para ganar que solo ganar para después perder, es mejor así, nos da más tranquilidad.
Se debe pensar que nunca se puede perder lo que nunca se tuvo, es mejor compartir y nunca se puede recuperar tampoco lo que no se tuvo.
No dejes pasar de largo, el paso que puedes dar hasta alcanzar la meta sin intentarlo.
No dejes pasar de largo, el acto de reconocer que te has equivocado, para volver a intentarlo.
No dejes pasar de largo, que de nuestros triunfos y fracasos siempre se aprende algo.
En el camino de la vida, me encontré con piedras que me hacían tropezar, me lastimé y hasta renegué de ellas, pero en cada caída aprendí a levantarme y estas piedras terminaron por ser mis amigas ya que en cada tropiezo me enseñaron a caminar.

La victoria tiene muchos padres, la derrota uno solo.

Enfrentándome a mis miedos, y en lugar de renunciar a mis metas y sueños, pude con ellos y no me vencieron. Descubrí que el amor que uno siente, ofrece y recibe, sana todas las heridas.

El perder se lleva mejor si desde el primer momento somos conscientes que estamos en una competición y que existe gente mejor, que debemos tener siempre un afán de superación doblegando nuestro orgullo y aprender de nuestro error.

Esto es una manera también de ganar en nuestra paz interior siempre que seamos capaces de hacer ésta sabia reflexión y aprender ésta lección.

La euforia cuando se gana, la rabia cuando se pierde es la cara y la cruz de la moneda, y hay que pasar por ambos momentos para aprender la parte positiva y la negativa de cada una de ellas.

En el fondo no es siempre más feliz el que gana que el que pierde. El más feliz es el que aprende una lección en ésta vida ganando o perdiendo.

En el juego de la vida, la vida es como una ruleta, con sus éxitos y sus fracasos,  el ganar o el perder muchas veces no está en nuestras manos, pero el aprender si, siempre que seamos capaces de asumir que tenemos unas limitaciones y que lo verdaderamente importante es saber competir.

La victoria tiene muchos padres, la derrota solo uno.

Solo desde la conformidad de haber sido participes en cualquier acto de nuestra vida o competición llegaremos a la sabia conclusión de que “ Nunca se pierde, unas veces se gana y otras veces se aprende “  por dura que sea la competición.















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