jueves, 16 de abril de 2015

Cuartillo el campesino

El primer poema que leí
fueron los cantes de mi padre,
y como digo lo escribí
esto sí que es un poema grande,
dedicado a los Cuartillos y La Paquera
a mis amigos y a toda la Zarza entera.

El cante de la perdiz
y el perfume de la sierra,
el cante de la perdiz
el ganado en la sementera,
es lo que me gusta a mí
al llegar la primavera.

Es un cante del Cabrero
un valiente fandango,
cante grande y caro
canta al petirrojo y al olivo,
a la alondra con su cantar
y en el rio el pavo real.

Dedicado a ese pobre campesino
que con las claras del día,
poquito apoco
va dejando su vida,
andando por los caminos
por un plato de comida.

Campesino porque era su profesión
le llamaban campesino,
cuidaba el campo con mucho amor
y el pan que lleva a su boca
lo ganaba con su sudor.

Araba una besana larga y grande
desde la mañana temprano,
hasta caer la tarde
paraba para comer un rato,
sin desmayar ni desfallecer
Cuartillo cantaba en todo momento.

Le gustaba tanto el campo
como al cuervo la colina,
le gustaba tanto el campo
como al cuco las encinas,
como al jabalí la noche
como al fuego la resina.

Y ahora todo su cuerpo
corre a campo abierto,
libre como el viento
por entre las encinas,
se oye su voz cantarina
con esos fandangos por Farina.


Adrián Sánchez Blázquez

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