La buenaventura gitana
Con una ramita de romero en la mano
me paró en Cánovas una gitana, en
pleno centro,
ofreciéndomela a cambio
de alguna monedita de euro.
Y no pude darla de lado
pues se me plantó en los medios,
y agarrándome de la mano
quiso echarme allí mismo un conjuro.
La buenaventura del gitano
me auguró que sería pobre hasta los
sesenta y cinco años,
¿y después? pregunto
después ya se habrá acostumbrado a
serlo.
Hay que ver como son los de esta raza
llevan en vena toda su gracia,
no renegando de ser gitana
intentan camelar a la gente paya.
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