Era una Nochebuena muy antigua
del tiempo de Maricastañas,
cuando vivía mi abuela
aún me acuerdo de ella.
En que hacía un frio del
carajo
por lo que el grajo volaba
muy bajo,
se cimbreaban los cipreses
solitarios
que existían en el
cementerio.
Pero era el día de Nochebuena
en casa se preparaba una opípara
cena,
qué bien olía el guiso del
pollo de corral
y brindar a los postres con
sidra que sustituía al champan.
Bien abrigados
íbamos a pedir el aguinaldo,
en el pueblo, de casa en casa
cantando villancicos que a
todos nos alegraban.
En la radio de los abuelos
se escuchaban cantes
flamencos,
y con el discurso del
dictador Franco
nos quedábamos todos
embelesados.
Eran días de turrón y mazapán
que nos endulzaba el paladar,
al calor del fuego de la
chimenea
escuchábamos como el aire
movía la arboleda.
Era una Nochebuena muy antigua
en que nos juntábamos tropecientos
en familia,
alrededor del portal de belén
villancicos y risas
ahora viejos recuerdos de
hermosas vivencias.
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