Ahora que te escucho y me escuchas
ahora que tengo ganas de escuchar al
Sabina
en sus 500 noches para una crisis, que
está de gira
ahora que me han regalado unas entradas
mis niñas
para el sábado 25 de abril, bendito día,
en el Palacio de Deportes, que alboroto y
algarabía
con mi fuel compañera de toda la vida
en un memorable concierto para recordar
toda la vida.
Un ambientazo impresionante
desde las ocho de la tarde,
el concierto empezó a las diez de la
noche
con todo lujo y derroche,
salió el Sabina, ese que canta
ahora que tengo ganas de lotería
ahora que suenan las palmas con alegría
y toda la orquesta en perfecta armonía.
Y así sin prisa pero sin pausa
hasta las doce y media pasadas,
todos los espectadores cantando sus
letras
más de quince mil almas
completamente extasiadas,
aplaudiendo a rabiar y con ganas
a los acordes de esas guitarras
y el cantando con esa voz rota y
desgarrada.
Y es que éste Sabina es algo canalla
pero en sus letras de canciones pone
toda su alma,
Barbi Superestar, 19 días y 500 noches
A mis cuarenta y diez, Donde habita el
olvido
Dieguitos y Mafaldas, Cerrado por
derribo
Noches de boda, Más de cien mentiras
Una canción para la Madalena
Conductores Suicidas y La canción de las
noches perdidas.
Y aplaudiendo sin descanso, a rabiar
más de tres veces tuvo que salir a
saludar,
interpretando maravillosas canciones
que hizo de emoción latir nuestros
corazones,
despidiéndose del público hasta dentro
de dos años
eso sí sin ningún tipo de gatillazo
y aunque las despedidas son odiosas
pero lo de Joaquín Sabina, es otra cosa.
Adrián
Sánchez Blázquez
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