martes, 6 de febrero de 2018

El mandil de la abuela



El mandil de la abuela

Decían nuestras madres y abuelas que siempre antes de acostarse había que orinar y cocinar con delantal.
De aquella sociedad enfermiza que clamaba: la mujer y el perro a la puerta del chozo, la mujer y la gallina caserina y la mujer y la sartén en la cocina está bien, el pobre mantel salió estigmatizado por dócil y servil.
En estos tiempos actuales no hay armadura en el mundo tan amable como el delantal, ni tan universal.
Las mujeres están despertando y demostrando en este mundo machista que un par de ovarios bien puestos valen más que una docena de huevos.
Con unas manos diestras dentro y fuera de la cocina hacen verdaderos números de magia, siendo unas verdaderas maestras en el tema de administrar las economías caseras.
Quisiera que las letras de este poema fuera un homenaje para todas las mujeres de la tierra por su dedicación y entereza en resolver todos nuestros problemas.
Son con su sencillez como las letras de este poema, despojado, casi tosco, pero cargado de una profunda humanidad y recuerdos.

A este encanto de antaño
que de moda está ahora tanto,
a cocinar recetas de la abuela
con comidas caseras
en esta nueva cocina
que salen en la tv, radio y páginas de revistas.


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