Villanueva, lo mejor con
diferencia
Dicen
que andando andando se encuentran cosas, yo realicé un viaje a la comarca de la
Vera y encontré en Villanueva la población más hermosa, lo mejor con
diferencia.
Cuatro aldeas
conformaban esta villa a principios del siglo XIII: Casillas, Curuelas,
Salobreña y San Antón, pertenecientes a la parroquia de San Justo y Pastor.
E calles
muy estrechas, sombreada y protegidas de la lluvia, surcadas por las típicas
regueras cuyo fin es encauzar las aguas desde la garganta atravesando el
pueblo, hasta llegar s la zona de los huertos localizados en la parte baja y a
las afueras del pueblo.
Viviendas
de tres plantas, estrechas y profundas, la planta baja para los animales y
almacén de productos agrícolas, la planta primera y segunda se componen de un
armazón de madera relleno de ladrillo, adobe o piedra, con muros chapeados con
tablas para protegerlos del agua, en los que se abren ventanas y balcones de
madera.
Miguel de
Unamuno dijo de las casas veratas: Las casas, de trabazón de madera, con sus
aleros voladizos, sus salientes y entrantes, las líneas y contornos que a cada
paso rompen el perfil de la calleja, dando la sensación de algo orgánico y no
mecánico, de algo que se ha hecho por sí, no que lo haya hecho el hombre.
En la
actualidad como de cuatro partes muy definidas y distintas se compone la
totalidad de éste pueblo: La Corona, La Cerradilla, La Carretera y el Centro
Histórico.
Esta mañana
de domingo, muy tempranito me calzo mis zapas deportivas y colocándome una
prenda de abrigo salgo a dar una vuelta por este hermoso pueblo.
Villanueva
es un viejo y hermoso pueblo, con su casco antiguo, sus rincones y plazas,
calles estrechas y recovecos.
Una fresca
brisa acaricia mi rostro a la salida del sol, paseando por su viejo barrio judío,
cierro los ojos y por un instante vienen a mi mente imágenes de cuando fueron
desterrados por orden de los Reyes Católicos.
Calles para
pasear muy despacito, parece como si se detuviese el tiempo: Lancho de la
Panderona, Rincón, Pozo Llano, Pozo Rapáz, Moral y Carpio.
Los signos
en las fachadas y dinteles de algunas de sus casas nos indican su origen y
antiguo linaje.
En sus calles
y callejinas estrechas y silenciosas retumba el eco de nuestras pisadas y a
estas horas tempraneras pasa algún que otro parroquiano, veloz y ligero como
alma que lleva el diablo.
El Túnel,
Calle Oscura más conocida por la calle de la alegría, con multitud de flores
variadas y pilistras en las que recreas nuestra vista.
Calle San
Antonio, Oropesa y del Barrio, Poniente, Calle Real y Plaza Aniceto Marinas,
con hermosos y antiguos balcones, fuente de los cinco caños y el ayuntamiento
de la villa.
La Lanchuela,
Iglesia de la Inmaculada, calle La Fuente, casa del Barco y por la calle de
Francisco Pizarro dejo el casco antiguo adentrándome en La Corona.
Calle Viriato,
El Calvario, El Cerro hasta llegar al Campanario y la Plaza Peropalo, y por la
calle San Justo salgo a la Avenida de la Vera, acercándome a visitar la piscina
natural de Gualtaminos y La Cascada del Diablo.
No debo
olvidarme de La Cerradilla, por su calle de Las Palmeras llego a la plaza del
Pajonal, de ahí a la casa Cuartel y por la calle Mercado salgo a la avenida de
la Vera, por la Higuera y los Olivos salgo del pueblo por la fuente del
Pelegrín.
Por unas
calles paseo, por otras voy y vengo y doy la vuelta y de paso en ésta mañana de
domingo para un momento para degustar y saborear con café calentito con
churros, para reponer fuerzas y poder empezar a escribir las letras de éste
relato.
Y es que
estoy en una edad, en la que dejo de cumplir años y empiezo a cumplir sueños.
Y sin
saber ni el cómo ni el por qué a mi mente llegan el eco de estas tonadas:
Calle de las cuatro esquinas,
cuantas veces te he rondado y las que te rondaré, si me he de ir para soldado.
No hay calle ni callejina, por
chiquenina que sea, que no tenga quince o veinte e los de mala ralea.
Villanueva de la Vera, Villanueva
La Bravía, con veinticinco tabernas y ninguna librería, para que los niños no
aprendan.
Hay otras
calles, plazas y hermosos rincones que no nombre en éste recorrido mañanero,
así como tantas y variadas letras de las canciones de su rico folclore, espero
y deseo sepan perdonar esta omisión mis queridos lectores.
Lo hice
a propósito, es la excusa perfecta para en otra ocasión darme otro paseíto de
buena mañana y poder seguir escribiendo unas letras dedicadas a ésta hermosa
villa de la Vera Alta, la mejor con diferencia.
Tampoco les
hable de su Pero Palo y otras fiestas populares, tan remotas y ancestrales que
se pierden en los orígenes del tiempo.
De sus
bellos parajes naturales, rutas senderistas, trochas y veredas con avistamiento
de hermosas y diversas aves.
De sus
torrentes y cascadas que hay en sus agrestes gargantas, procedentes de la
sierra de Gredos, con abundante riqueza piscícola, sus truchas arco iris y asalmonadas,
que son toda una exquisitez culinaria.
De sus
bellos monumentos y un sinfín de fuentes, así como de la hermosura de sus
mujeres y la nobleza de sus hombres de este pintoresco pueblo verato y partocho
por más señas, porque partochas son sus gentes.
A mi mente
vienen los recuerdos de Tio Guarin, Tio Muleto y de los hermanos Sebastián y
Pedro Escobedo, que en el arte de cantar y tocar las rondeñas del pueblo eran
únicos en su género:
Un cojo vino a la Vera
a comprar una garrota
aprendió a bailar la jota
y se le quitó la cojera.
Villanueva
de la Vera, Villanueva la Serrana, es una mata del monte cuando viene la
mañana.
Villanueva
de la Vera, Villanueva la Serrana, blanquea en el horizonte como la flor de la
jara.
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