Villanueva de la Vera por
rondeñas
Me gustaría
que estas letras fuesen como gotas de rocío mañaneras y con olor a frescura
supieran plasmar toda la belleza de tu hermosura, y todo el esplendor de esta
tierra verata.
Cuando oigo una guitarra
me dan ganas de llorar,
me acuerdo de Villanueva
la tierra de mi soñar
que es lo mejor de la Vera.
Hablo de
un pueblo del norte de mi Extremadura, de la comarca de la Vera, en las
estribaciones de la Sierra de Gredos, donde parece juntarse a lo lejos la
tierra con el cielo.
Villanueva, Villanueva
bien nombrada vas a ser,
vas a recorrer toda España
en un pliego de papel.
De donde
el mismo Dios dijo al crearla que era un rincón del paraíso, lo mejor con diferencia.
El día que yo me muera
una guitarra sonara
tocando una rondeñita
con ella resucitara.
Naturalmente
que hablo de Villanueva de la Vera, con sus calles empedradas que nos recuerdan
el medievo, su barrio judío conjunto monumental, donde el agua es el
protagonista, junto con la belleza de su flora y fauna.
Vengo de la Vera, vengo
de la alta Extremadura
de ponerle a mi caballo
de plata las herraduras.
Pueblo, cuna
de hermosas mujeres, hombres de tez morena y gente partocha muy campechana.
Suenan las
cuerdas de sus laudes y guitarras y esas voces serranas desde la mañana al
apardear la tarde entonando picaras rondeñas que salen del fondo de su alma.
Allá va la despedida
al estilo de Velázquez,
quien tenga novia que joda
y quién no que se la casque.
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