Un problema de alergia
Tío
Daniel Fontánez era el padrino de mi padre Fermín y decía que él nunca iba a
misa a pesar de tener la iglesia enfrente de su casa, porque era alérgico a la
cera de las velas, la verdad es que era de izquierdas y ateo, muy buena persona,
honrado y de una correcta forma de proceder de acuerdo con sus principios.
Ahora
recordando estos acontecimientos empiezo a darle la razón en su manera de ser
ya que como todo anciano sabía más por viejo que por diablo.
Y es
que mucha gente del clero en lugar de predicar el evangelio dando ejemplo, en
lugar de encender velas se dedican a prender la mecha que enciende la llama, y
en sus homilías se dedican a propagar ideas políticas que nada tienen que ver con la liturgia de la
eucaristía.
Creyéndose
en posesión de toda la verdad, desde el púlpito o desde el altar con despotismo
y soberbia manifiestan que si no llevamos a cabo sus predicamento, poco más o
menos que arderemos en las llamas del infierno y creo que con este
procedimiento y forma de ser flaco favor hacen al resto de la Iglesia.
Y hasta
ahí hemos llegado y aunque como decía Don Quijote a su fiel escudero Sancho:
con la iglesia hemos topado, pues por esto sique no paso y mucho menos trago.
Empiezo
a coger y sentir cierta alergia a la cera de las velas y a casi todo lo que
tenga que ver con ciertos elementos de esta iglesia.
Creo
que en los tiempos que vivimos la razón no tiene nada más que un camino, que es
acabar con tanto disparate y desatino para sabernos conducir por el correcto
camino.
Así que querido tío Daniel
Fontánez
allí donde te encuentres
estarás sonriendo como un
pillo
leyendo estas letras de
Adrián Cuartillo.
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