domingo, 30 de abril de 2017

Ennoviarse en Semana Santa


Ennoviarse en Semana Santa

 

Pasear próximo a la iglesia por sus calles más cercanas, en el cuerpo bullen las hormonas, los jóvenes buscan sus parejas, para ennoviarse en estos días, en las fiestas de Semana Santa.

Quieren compartir afectos, u  ir y venir con cruces de miradas, visos y cercanos aleteos en busca de las hembras deseadas, vueltas arriba, vueltas abajo, hasta que las pretendidas daban el visto bueno si eran de su agrado.

Los varones entraban en las plazas como los perdigones en marzo, si las demandantes se apartaban del grupo en el mismo número que los llegados, las mocitas paseaban juntas la señal estaba clara.

Titubeantes escarceos, palabras vanas, ademanes indecisos, eran como trocitos de gloria, construir con una sola palabra bellos discursos en la soledad de la casa.

Para formalizar las novierías había que pararse, una cosa es revolotear entre las flores y otra emparejar las castas entre parientes, una ancestral monogamia que rompía lindes y unía heredades.

Cuenta Juan Francisco Cano de un solterón que para no quedarse solo en la vida se casó con una tonta por culta de unos parientes, los parientes en su casa y el con la tonta siempre.
 
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