Relato de una noche de Reyes Magos no
demasiado agradable.
A las once
de la noche que va del día cinco al seis de enero, durante treinta y cinco años
solía sonar el teléfono de casa: ring.ring.ring….
Al
descolgarlo y comentar: ¡Dígame ¡, una voz al otro lado del hilo telefónico
cantaba un fandanguillo que le venía al pelo, vamos quiero decir que muy
apropiado para esta festividad:
Vienen bajando
por los caminos del cielo
los reyes vienen bajando
y en bolsas de terciopelo
a los niños van llevando
bombones y caramelos.
En un camello
dorao, que brilla como la seda, viene Melchor muy apenao, porque juguetes no
quedan para un niño que se ha encontrao.
Ese Niño es
más bonito que estrellas, soles y luna, y gracias a los pastorcitos tiene de
pasto una cuna y a sus pies un corderito.
Con flores
de mil colores el cielo se ha desbordao, y los Reyes y pastores ante el Niño se
han postrao y lo coronan de flores.
Flores
blancas y morenas por nuestro Dios bendecías anuncian la Nochebuena.
Noche color
de esmeralda, noche de mi vida, con su campana a María nos anuncia la Giralda
la llegada del Mesías.
Era la voz
inconfundible de mi padre Fermín, que con su voz aflamencada, con un estilo muy
personal de gitano zarceño, todos los años conseguía emocionarnos a todos los
hijos y nietos y siempre unos lagrimones como puños corrían por mis mejillas.
Estas
fiestas navideñas eran compartidas entre padres e hijos. Las Navidades casi
siempre con nosotros en Cáceres, el año nuevo con mis hermanos en Toledo y para
la festividad de Reyes en su pueblo de Zarza con mi otra hermana.
Que bonitas
fiestas, tan entrañables y familiares.
Hoy
nuevamente es noche de Reyes, ya han pasado las once, las doce y hasta la una y
el teléfono como en estos dos últimos años no ha vuelto a sonar, frunzo el ceño
porque este tiempo me incomoda al haber perdido a mi padre, un ser tan querido
por todos, me asalta la melancolía al recordar esos años tan felizmente
pasados. Y no es que no me acuerde el resto del año de él, sino que en estas
determinadas fiestas su ausencia se me antoja más insoportable.
Aún así
brindaré en silencio por mi padre y por algunos familiares más que ya no están,
porque todos llenaron mi infancia, mi adolescencia y mi juventud de unos Reyes
inolvidables.
Seguiré soñando con que los Reyes
Magos a mi padre me traían, ese es el mejor regalo que a mí me han echado en
ésta vida, que sueño más real y humano, que cosa más bonita.
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