Cuentos de verano
Los
niños se iban al pueblo a veranear a casa de los abuelos, saltaban por los
sobraos jugando a indios y vaqueros.
Su armero
era el trastero, donde aquellos abuelos guardaban trastos y aperos en los
corrales del pueblo.
A esa
hora bruja en que los vecinos sacan las sillas de enea para tomar el fresco y
pegar la hebra escuchando los chascarrillos del día a los viejos y viejas.
Nos
atemorizaban con la tía Traca mujer con fama de marrana, según todas las
acepciones de la palabra de tez cetrina y mujerona caballuna y huraña.
Toda
vestida de negro riguroso como aquel pirata cojo, con pata de palo y un parche
en el ojo.
Hasta
que llegaba la hora de rezar cuatro esquinitas tiene mi cama, con el miedo
metido en el cuerpo nos acostábamos arropándonos con la sabana por completo.
Cuentos de verano
que hoy acuden a mis
recuerdos,
nunca llegué a conocer a
mis abuelos
y no sé si será verdad
todo esto.
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