Con la consiguiente hoja de ruta
para no perderme, no ofrece duda
pero a treinta kilómetros de Valdebebas
nuevamente se produce la perdida,
de mis viajes esta es la salsa
caso contrario no tendría gracia.
A la tarde pasear por el campo
hace un ligero aire frio y sano
que nos hace andar un poco raudo,
aligerando nuestros pasos
vemos varias liebres y gazapos
alegremente corretean jugando.
De Valdebebas por la noche a Madrid, al
centro
nos desplazamos en metro
para mi es todo un mundo desconocido
pues procedo de un ambiente rural, de
pueblo
que buen ambiente, todo estaba lleno
pasear por sus calles, todo un
descubrimiento.
Para ir a la ciudad de Toledo
no me ofrece pérdida ni riesgo,
vamos en el bus del Orfeón cacereño
llegamos sin realizar ningún esfuerzo,
a la residencia San José, comunidad
religiosa
muy austera, pero limpia y silenciosa.
Por la mañana a un pasito ligero
visitar varias exposiciones y museos
en el Museo de Santa Cruz, la del Greco
con todas las maravillas que tiene
dentro
después una cervecitas y de vino unos
chatos
pasando unos momentos gratos.
Por la noche conocer Toledo
perderse por cualquiera de sus recovecos
en compañía de algunos compañeros,
rodeados de buenos amigos
disfrutando en todo momento
de estos bellos acontecimientos.
En el autobús haciendo la ola
hasta que llegamos a Zocodover, la plaza
la diversión estaba garantizada,
cantando y tocando palmas
montamos una buena juerga
hasta las tres de la madrugada.
Viajar a Valdebebas
o acercarme a Toledo
durante un fin de semana,
con familiares y amigos
pasar alegres jornadas
es con lo que me quedo.
Adrián
Sánchez Blázquez.
