Genial y muy ocurrente
si es que la inocencia
al no tener ninguna malicia
siempre dice la verdad y nunca miente.
Es tan noble y fresca
como ese agua primera
que llega a nuestras fuentes
brotando del manantial alegremente.
Que dos más dos son cuatro
indican los dedos de la mano
de los alumnos de la primera fila
queriendo ayudar al compañero de
fatigas.
Almas que sueñan y juegan alegremente
viviendo en la sencillez del momento
presente
la unión de esos pequeños alumnos
hacen más bello este mundo.
Saque cada uno de esto la moraleja
viendo en la cara del niño la sorpresa
mirando el rostro del profesor perplejo
como si se mirase asombrado en un
espejo.
Y es que esa bendita inocencia
que en nuestras vidas debería tener
siempre presencia
por mucho que trascurran los días
no olvidarnos de esa infancia perdida.
Adrián
Sánchez Blázquez
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