miércoles, 3 de septiembre de 2014

A un trovador



Tenía en mi casa el balcón abierto
y empezó a entrar el fresco mañanero
en mi despacho me encontraba sentado
intentando componer unos versos
dedicados a Lino mi amigo y maestro.

Cuando mi pluma empezó a escribir de momento
hasta agotar papel y tintero
con cierto orden y concierto
hasta que llegue la luna con sus luceros
intentaré comentar estas palabras de Lino
como si fuese una bocanada de aire fresco.

A parte de ser una bocanada de aire fresco
son como perlas engarzadas
en un collar de esmeraldas
con los que yo me emociono y divierto.

Son ochenta y siete poemas
arriba o abajo mal contados
de diversos y variados temas
a cuál de ellos más tierno y hermoso.

En estos bellos poemas
habla de sus vivencias
de su infancia, las más tiernas
otras más profundas y serias
de la vejez, juventud y su adolescencia.

Utiliza la fantasía
con la luz de sus palabras
como un niño que nació poeta
en una tarde cualquiera.

A pesar de por la edad tener ciertas dolencias
achaques y alguna que otra gajera
tiene una coraza por fortaleza
que le ayuda a tapar todas las goteras.

Sin necesidad de cloroformo
consigue trasportarnos a otros mundos
con sus poesías animarnos
y con sus bellos versos recitados
tan trabajados y perfeccionados.

Parece un trovador a la antigua usanza
con cantos de vida y esperanza
recorriendo con su vara y tablillas
las plazas de los pueblos y villas
contando historias cargadas de una pizca de ironía.

Es un trovador que trova
trovas cargadas de cierta gloria
de una gloria que no es efímera
con un matiz perfeccionista
por lo que sus poemas no se volatilizan.

Con un recuerdo especial para su esposa Pupe e hijos
veo el final del Libro de Lino
este gran amigo y maestro
del que tanto aprendo.

( Adrián Sánchez Blázquez )









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