Tenía en mi casa el balcón
abierto
y empezó a entrar el fresco
mañanero
en mi despacho me encontraba sentado
intentando componer unos
versos
dedicados a Lino mi amigo y
maestro.
Cuando mi pluma empezó a
escribir de momento
hasta agotar papel y tintero
con cierto orden y concierto
hasta que llegue la luna con
sus luceros
intentaré comentar estas
palabras de Lino
como si fuese una bocanada de
aire fresco.
A parte de ser una bocanada
de aire fresco
son como perlas engarzadas
en un collar de esmeraldas
con los que yo me emociono y
divierto.
Son ochenta y siete poemas
arriba o abajo mal contados
de diversos y variados temas
a cuál de ellos más tierno y
hermoso.
En estos bellos poemas
habla de sus vivencias
de su infancia, las más
tiernas
otras más profundas y serias
de la vejez, juventud y su
adolescencia.
Utiliza la fantasía
con la luz de sus palabras
como un niño que nació poeta
en una tarde cualquiera.
A pesar de por la edad tener
ciertas dolencias
achaques y alguna que otra
gajera
tiene una coraza por
fortaleza
que le ayuda a tapar todas
las goteras.
Sin necesidad de cloroformo
consigue trasportarnos a
otros mundos
con sus poesías animarnos
y con sus bellos versos
recitados
tan trabajados y
perfeccionados.
Parece un trovador a la
antigua usanza
con cantos de vida y
esperanza
recorriendo con su vara y
tablillas
las plazas de los pueblos y
villas
contando historias cargadas
de una pizca de ironía.
Es un trovador que trova
trovas cargadas de cierta
gloria
de una gloria que no es
efímera
con un matiz perfeccionista
por lo que sus poemas no se
volatilizan.
Con un recuerdo especial para
su esposa Pupe e hijos
veo el final del Libro de
Lino
este gran amigo y maestro
del que tanto aprendo.
( Adrián Sánchez Blázquez )
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